La competencia se disputa en un parque urbano, donde los ciclistas deben realizar el mayor número posible de piruetas (trucos) en 60 segundos.

El BMX freestyle (estilo libre) es otra de las especialidades que se presentaron en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Buenos Aires 2018 y que congregó multitudes que colmaron las tribunas de cada evento. Eso le indicó al Comité Olímpico Internacional que había llegado el momento de sumarlo al programa oficial de Tokio 2020. Claro, en medio de la pandemia de la Covid-19, con eventos a puertas cerradas, le faltó el fervor del público.

Se disputan una competencia femenina y otra masculina, y en la capital japonesa se colgaron las medallas doradas la británica Charlotte Worthington y el australiano Logan Martin, que relegó a la presea plateada al venezolano Daniel Dhers.

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Esta variante ciclística del motocross (BMX) nació de la imaginación de niños y adolescentes de California en los años ‘70, inspirados por los corredores de motos de la región. Primero se integró en competiciones de deportes extremos, como los X Games en la década del 2000 y el Festival Internacional de Deportes Extremos FISE. En 2016, la Unión Ciclista Internacional organizó la primera Copa del Mundo de BMX.

La competencia se disputa en un parque urbano, donde los ciclistas deben realizar el mayor número posible de piruetas (trucos) en 60 segundos y el jurado los calificará en función de la dificultad de los trucos, la altura de sus saltos, como así también según la creatividad y el estilo de sus rutinas.

La otra variante es el BMX Racing, donde disputan carreras, verán en París 2024 su quinta edición olímpica, desde que se estrenara en Beijing 2008.

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